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Objeciones protestantes
Se puede decir que el blanco general de los Reformadores fue el degenerado catolicismo medieval tardío, contra el cual establecieron la fe de los apóstoles y de los primeros padres. Se pueden detallar algunas áreas centrales.
Abusos papales
Había proliferación de abusos teológicos y prácticos relativos a penitencia, satisfacciones y el tesoro de los méritos. Estas prácticas eran la base de las indulgencias, contra las que apuntaban las 95 Tesis de Lutero con su afirmación fundamental de que "el verdadero tesoro de la Iglesia es el santísimo evangelio de la gloria y la gracia de Dios". La angustiada búsqueda de Lutero le había enseñado el quiebre de una piedad exuberante a la que nunca le faltaban ejercicios para la conciencia inquieta (votos, ayunos, peregrinaciones, misas, reliquias, recitaciones, rosarios, obras, etc). La respuesta de la Reforma (a la que, luego de muchos conflictos, llegó Lutero por su nueva visión de Romanos 1), fue la justificación por la gracia de Dios sólo en Cristo, recibida sólo mediante la fe.
"La justicia de Dios es aquella con la que, a través de la gracia y pura misericordia, El nos justifica por la fe". La justicia de Cristo daba al creyente certidumbre ante Dios, aunque nunca deja de ser pecador y penitente, porque "toda la vida del cristiano es de penitencia": Jesús dijo "Sé penitente" (griego), y no "haz penitencia" (Vulgata latina). La teología de la cruz, de Lutero, es una protesta contra la "gracia barata" de una religión comercializada y recaudadora.
Falsos fundamentos de la autoridad papal
La denuncia de Lorenzo Valla acerca de la falsa Donación de Constantino se combinó con nuevos estudios bíblicos e históricos para socavar las pretensiones papales. La roca sobre la que estaba construida la iglesia era la fe de Pedro, y en los primeros siglos el obispo romano no gozaba más que de una primacía honorífica. Aunque la mayoría de los Reformadores estaba dispuesta a aceptar un Papado reformado que mejorara la iglesia, aquél resultó tan reacio incluso a una reforma moderada, que la denominación de Anticristo parecía muy merecida.
Cautiverio Eclesiástico de la Palabra de Dios
Ya sea por magisterio papal, dogma eclesiástico o lucubraciones de académicos, canonistas y alegoristas, esto fue uno de los principales blancos de Lutero en los "Tratados de Reforma", de 1520; en 1519 él había negado la infalibilidad de los concilios generales. Los Reformadores liberaron la Biblia mediante la traducción a lengua vernácula (en particular, la Biblia Alemana de Lutero), la predicación expositiva (recomenzada por Zwingli), y la exégesis gramático-histórica directa (bien ejemplificada por los comentarios de Calvino). Las disputas, a menudo críticas del ritmo de la Reforma, operaban como estudios bíblicos comunales. Así las Escrituras fueron entronizado como juez de todas las tradiciones eclesiásticas y única fuente auténtica de la doctrina, y experimentadas como poder vivo de Dios en el juicio y la gracia.
Superioridad de la vida "religiosa"
Los Reformadores mantuvieron una incansable polémica contra el monasticismo, una de las características más destacadas del cristianismo latino. Rechazaron la distinción entre la vida inferior del cristiano secular y el alto mundo "religioso" de monjes y monjas. La Reforma fue una fuerte protesta contra este distorsionado conjunto de valores; tanto Lutero como Calvino hicieron hincapié en la dignidad cristiana de las vocaciones humanas corrientes del artesano, el ama de casa, el campesino. Los reformadores incluso insistieron en el matrimonio de los clérigos, elevando con su propio ejemplo la importancia de la vida familiar. Desde otro punto de vista objetaron la intrusión clerical en asuntos civiles, por ejemplo, la administración del matrimonio y el divorcio, y estimaron que la política era una de los más importantes vocaciones cristianas.
Sacerdocio pervertido y mediación usurpada
Los reformadores negaron tanto la mediación de María (aunque no necesariamente su virginidad perpetua), como la intercesión de los santos. Solo Cristo fue exaltado como defensor del hombre ante Dios y como sacerdote nombrado por Dios para llevar nuestros pecados y asistirnos en nuestra fragilidad. Al rechazar los siete sacramentos medievales, menos dos, el bautismo y la Cena del Señor, la Reforma liberó a los fieles del poder clerical. La iglesia perdió su indispensable rol de dispensador sacramental de la salvación. La transubstanciación fue refutada junto con el carácter sacrificial de la misa, excepto como respuesta de corazones y vidas agradecidos. De acuerdo al uso del NT se declaró que por el bautismo todos los creyentes eran un real sacerdocio, libres de cumplir un servicio sacerdotal para los necesitados de la Palabra de vida.
Cautiverio jerárquico de la Iglesia
En respuesta a denuncias de innovaciones y perturbación de la antigua unidad de la iglesia, los reformadores declararon ser renovadores, restauradores del aspecto primitivo de la iglesia. Tal iglesia no depende de la comunión con el Papado o la sucesión jerárquica, sino que está constituída por su elección y llamada en Cristo y reconocida por la fidelidad a la palabra y los sacramentos del evangelio. Aunque varios reformadores tuvieron dudas sobre el bautismo infantil, y tanto Lutero como Bucer habrían querido una congregación más unida de los verdaderamente comprometidos, al final todos se inclinaron por el bautismo de niños. Un factor importante fué su temor a dividir a la comunidad civil que por el bautismo común se puede considerar sinónimo de iglesia visible. Aunque los reformadores distinguieron entre iglesia visible (a ojos humanos) e invisibles (conocida sólo por Dios), ésa no fué su forma habitual de reconocer el carácter mixto de la iglesia.
Confusión de lo humano y de lo divino
La teología de la Reforma era fuertemente teocéntrica, y reafirmó claramente la distinción entre el Creador y la creación. La confusión entre uno y otra dañaba la doctrina medieval en diversas esferas, Eucaristía, iglesia, Papado, e hizo sentir su influencia en otros ámbitos, como el misticismo y la antropología. Con una rígida concepción agustiniana del pecado original (algo matizada por Zwingli), los reformadores afirmaron la total incapacidad espiritual de la humanidad separada de la renovación del Espíritu. La Reforma habla casi como una sola voz acerca de la elección incondicional. Si bien Calvino relacionó la predestinación más estrechamente a la providencia y dirigió toda su teología al objetivo de la gloria de Dios, Lutero no dejó de ver la Palabra soberana de Dios en acción en todo su mundo.
El legado de la Reforma
Además de los diversos matices y tonos de sus teologías, que deben mucho a las diferentes formaciones intelectuales y religiosas así como a temperamento, contexto sociopolítico y convicciones, los reformadores no concordaban en todas las materias.
Muy notoriamente se separaron a raíz de la Cena del Señor. Para Lutero la sólida objetividad de la presencia de Cristo proviene de su palabra ("Este es mi cuerpo") y no se altera con la incredulidad del receptor. (A su posición se la denomina erróneamente "consubstanciación", porque eso implica que pertenece al mismo orden conceptual de "transubstanciación"). Otros, incluso el maduro Zwingli, enfatizó la comunión espiritual del cuerpo y la sangre de Cristo, y Calvino se centró en la comunión con el Cristo celestial por el Espíritu. En la reforma del culto y orden eclasiásticos, luteranos y reformados adoptaron enfoques más conservadores y más radicales, respectivamente. Una diferencia importante radicaba en las actitudes hacia la Ley Mosaica; mientras que para Lutero su principal función es la de rebajar al pecador y conducirlo hacia el evangelio, Calvino la consideró principalmente la guía de la vida cristiana. Además, mientras que para Lutero la Escritura habla en todas partes de Cristo y el evangelio, Calvino lo toma de una forma más disciplinada y "moderna". En general, "el cuidadoso Calvino orquestó la teología protestante más diestramente, pero fue el feraz Martín Lutero el que compuso la mayoría de las melodías" (JI Packer).
Hay que prestar especial atención a los radicales anabautistas ortodoxos cuya Reforma fue más abarcadora que el "nuevo papismo", como lo llamaron, de los Reformadores magistrales. El bautismo de los creyentes identificaba y salvaguardaba los límites de la iglesia, la comunidad de los miembros de la Alianza. La disciplina era esencial para mantener su pureza (punto importante en influyentes círculos reformados). La llamada de la iglesia era al sufrimiento y la peregrinación, y a la total separación del mundo. Por su acomodación al imperio de Constantino, la iglesia había "caído" fatalmente; la restitución del modelo apostólico en todos los ámbitos entraña la renuncia a la espada y los juramentos. Al abogar por la tolerancia, la libertad religiosa y la separación de la iglesia y el Estado, esos anabautistas se adelantaron a su tiempo, y pagaron por ello. A medida que el cristianismo se apaga Occidente, el atractivo de la Reforma Radical aparece con una luz más clara.
A veces, por ejemplo en Alemania en 1540, pareció que los católicos de mente reformada prevalescerían. Roma pensó de otro modo, y en la teología, las reformas católicas de Trento fueron en gran medida una reacción antiprotestante. Dado que la renovación fue más evidente en otras (en la nueva orden jesuita, los místicos españoles y obispos como Francisco de Sales), no fue hasta el siglo XX y el Concilio Vaticano II que la Iglesia Romana se hizo cargo de la importancia teológica de la Reforma.
DF Wright
(Elwell Evangelic Dictionary)
Bibliografía
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